En Hechos 27, el apóstol Pablo enfrenta una de las experiencias más desafiantes de su viaje: una fuerte tormenta en alta mar. En medio del temor, la incertidumbre y la pérdida de control, la Palabra nos muestra cómo la confianza en Dios trae dirección, paz y esperanza aun cuando las circunstancias parecen adversas.

Esta prédica nos recuerda que las tormentas no llegan para destruir nuestra fe, sino para fortalecerla. Después de la tormenta, Dios sigue cumpliendo Su propósito, afirmando Sus promesas y guiándonos hacia un nuevo comienzo. Un mensaje que anima a permanecer firmes, a escuchar la voz de Dios y a creer que Él siempre está presente, incluso en los momentos más difíciles.